Edad: a partir de 12 años (recomendable para lectura compartida con adulto a partir de 10 años).

Utilidades:

  • Incluye vivencias que concluyen en valiosas y prácticas enseñanzas para los chicos y chicas.
  • Permite a las madres y padres de alumnos con dificultades comprender sus conductas.
  • Muy útil para comprender la dislexia desde un plano global y emocional.
  • Transmite un mensaje cargado de positivismo y esperanza.
  • Magnífica herramienta para concienciar y despertar a los profesores. Recomendado para todos los docentes que realmente aman su profesión.

 

Posibles mejoras:

    • Utilizar una fuente más apta para los alumnos con dislexia: tamaño superior, características especiales…
    • Incluir ilustraciones, esencial para aquellos que no leen solo en las palabras.
    • Incluir una breve presentación de los personajes para facilitar la comprensión y situar al alumno.
    • En la adaptación al castellano, para facilitar la comprensión al alumnado con dificultades, utilizar términos más genéricos (moneda por penique) y expresiones con una sintaxis menos compleja.

 

Mi experiencia durante la lectura.

Todos hemos formado parte de un aula en la que conviven los líderes y sus fervientes seguidores, los empollones, los despistados, los traviesos, los charlatanes, los tímidos… y los desapercibidos.

Mientras leía la novela me sentía esa niña insegura que intentaba pasar desapercibida y sentía miedo a responder por temor a meter la pata, pero también, la maestra de apoyo que observa graves incongruencias sin autoridad para actuar.

Recordaba la maqueta de tecnología con una noria automática y el sentir inseguridad incluso cuando recibía un halago y también como mi compañera, profesora de religión católica, tras escuchar un tarareo tímido, infantil y despistado, ofreció una recompensa a quién delatara al culpable de 7 años, mientras coloreaban un cristo crucificado.

El libro expone con total sencillez el aroma a aula y a colegio, a partir de las experiencias más comunes a esas edades, pero sobre todo, resalta la importancia del docente y lo determinante que puede llegar a ser que nos convenzan de que no somos capaces, para dejar de serlo.

Realza al docente que te tiende la mano y te cambia la vida y muestra algo que he experimentado en numerosas ocasiones, que la dislexia dejaría de ser un problema si (desde pequeños) nos enseñaran a leer con otras metodologías y, sobre todo, a sentirnos orgullosos y seguros de nosotros mismos.

Enseña que todo depende del color con el que se mire, todos cargamos con pesos que pueden hundirnos o elevarnos, y nos muestra las gafas adecuadas.

Ensalza el valor de sentirse uno más, la diferencia entre estar solo y estar aislado, la importancia de la amistad para afrontar el camino y lo maravillosa que es la diversidad si somos capaces de respetar al otro.

Nos enseña a encontrar el equilibrio entre la exigencia, el «sé que puedes hacerlo mejor», y la dejadez ante lo que consideramos im/posible.

En la lectura, también he visto a Carlos, a Luis, a Lucía, a Ana, a Juan Carlos, a Álvaro, a Susana, a Javier, a José Antonio, a Marta, a Sergio, a Liuda, a Bea… y a todos esos niños y niñas a los que he intentado tenderles una mano y quitarles la venda que les impedía ser conscientes de su potencial. Incluso he pensado en escribir algunas notas y mandárselas junto al libro, a alguno de ellos, para que no olviden lo valiosos que son.

Realmente, la novela me ha removido por dentro y he sentido la necesidad de compartir algunos fragmentos.

Frases del libro Como pez en el árbol.

“Hacer reír sin proponértelo es horrible. Reírte con los demás porque no tienes más remedio es humillante”.

“Cuando la gente te subestima, a veces puedes usarlo en tu favor… Siempre y cuando tú no te subestimes a ti misma”.

“Leer, en mi caso, se parece a cuando se me cae algo al suelo y estiro los dedos para cogerlo, lo rozo y, justo cuando creo que ya lo tengo, se me escapa”.

“A la mayoría de los maestros les gusta que sus alumnos sean todos iguales: perfectos y silenciosos. Me parece que el señor Daniels prefiere que seamos distintos”.

“Yo nunca he tenido amigas tan amigas para lucir una pulsera de la amistad a juego con las suyas… Quiero sentirme parte de algo”.

“En realidad, humillar viene de la palabra humus, que es la tierra más rica y fértil. Así que cuando humillas a alguien, lo ayudas a crecer, mientras que tú quedas a la altura del betún”.

“¿Por qué no me lo cuentas? A veces, cuando tengo un problema, lo hablo con mi madre o con mi hermano. Y, aunque no encuentre una solución, me siento mejor”.

“… he olvidado ponerme nerviosa de estar hablando con todo el mundo como si… como si fuera una más, y es la bomba. Lo mejor que he sentido nunca”.

“Se acerca a mí y hace algo que ningún profesor había hecho en toda mi vida. Me choca los cinco”.

“No sé por qué mis ideas se pierden del camino que va del cerebro a la mano”.

“En ese momento pienso que si alguien me colgase un cartel que dijera algo de mí, eso no significaría que el cartel llevase razón. En cambio, la gente se ha pasado toda la vida afirmando que soy “lenta”…
La gente se comporta como si las palabras “lectora lenta” bastaran para conocerme…
Debo ser algo más que una niña que no sabe leer bien”.

“Normalmente me pondría nerviosa y la mente se me quedaría en blanco, pero él me transmite tranquilidad”.

“Supongo que, al fin y al cabo, «me cuesta» no es lo mismo que «no puedo»”.
Si te queda cualquier duda acerca del libro no dudes en comentarla. Gracias por leerme.

carmensilva@ladislexia.net