La finalidad  de la evaluación de la dislexia es identificar las dificultades concretas de un sujeto,  para crear su perfil de rendimiento y poder establecer un programa de intervención adecuado. Por tanto, en contra de numerosas opiniones, nuestro principal objetivo no es descartar o no el diagnóstico de dislexia, sino encontrar las vías para poder establecer un tratamiento efectivo, que, además, a corto plazo, descartará o corroborará el diagnóstico.

Cuando se sospecha que un niño/a puede ser disléxico habrá que llevar a cabo una entrevista personal con la familia en la que se realice una anamnesis previa, cuyos puntos fundamentales son los principales hitos del desarrollo, el componente genético, la escolarización y las circunstancias que le han llevado a pensar que puede existir  una dislexia.

Tras realizar esta primera entrevista se debe descartar cualquier deficiencia sensorial o cognitiva, por lo que se le pedirá un examen visual y otro auditivo, (en caso de que no se haya realizado ninguno en los últimos años), y se le pasarán las pruebas oportunas para obtener su CI global, así como la baremación en procesos como la memoria de trabajo, la velocidad de procesamiento, el razonamiento perceptivo o la comprensión oral. Para simplificar podemos pasarle “La escala de Inteligencia Wechsler o WISC-IV” de 6 años a 16´11 años, o “La escala infantil Wechsler, WPPSI-III”, de 2´6 a 7´3 años, las cuales valoran las capacidades cognitivas mencionadas.

Aunque, desde nuestra experiencia, consideramos que las escalas de inteligencia Wechsler son suficientes para valorar las capacidades intelectuales y preferimos dedicar mayor atención a la evaluación de los procesos directamente relacionados con la lectura, otros profesionales suelen utilizar el Test K-ABC de Kaufman, el Test de Matrices Progresivas de Raven o el Toni-e, para medir capacidades intelectuales verbales y no verbales.

También se podrían incluir la evaluación de otras capacidades Psicomotrices, aunque  no consideramos necesario realizar este tipo de pruebas sino se aprecian circunstancias específicas que lo requieran.

Pruebas de Evaluación de la Psicomotricidad:
– Reconocimiento del esquema corporal con las pruebas de Piaget y Heat.
– Evaluación de la lateralidad con la prueba de dominancia lateral del Test de Harri.
– Valoración de la percepción espacio-temporal y del funcionamiento perceptivo con el Test Guestáltico Viso-Motor de Laureta Bender

 

Tras la evaluación de las capacidades intelectuales pasamos al análisis específico de la lectoescritura, para el cual existen numerosos test estandarizados:

EDIL: Prueba de lectura donde se evalúa la exactitud, la comprensión y la velocidad.
El TALE: Constituido por varias pruebas de lectura y escritura que permiten valorar rápidamente el nivel general del sujeto en estas tareas.
DST-J. Test para la detección de la dislexia: Es una batería breve de screening o detección rápida de la dislexia que se aplica desde los 6´5 a los 11 años.
PROLEC-R: Test utilizado de 1º a 6º de primaria para evaluar los procesos lectores, es decir, la capacidad lectora y las estrategias que sigue el sujeto para leer, por lo que también se pueden observar que mecanismos están alterados.
PROLEC-SE: Test de lectura que evalúa los procesos léxicos, sintácticos y semánticos implicados en alumnos de 1º a 4º de ESO.
PROESC: Test que evalúa los procesos implicados de la escritura desde 3º de Primaria a 4º de ESO.
TCP, Test de procesos de comprensión: Prueba que permite evaluar el nivel de comprensión lectora en niños de entre 10 y 16 años.

Nosotros recomendamos utilizar la Batería DIS-ESP, que está siendo actualmente desarrollada por doctora Marisol Carrillo de la Universidad de Murcia en colaboración con el profesor Jesús Alegría de la Universidad Libre de Bruselas.

Independientemente de los test utilizados, para realizar una adecuada evaluación de la dislexia es imprescindible valorar ciertas procesos específicos relacionadas con la lectura que nos darán la clave para orientar el programa de intervención.

Hasta aquí hemos detallado cómo habría que realizar una evaluación básica para poder establecer el diagnóstico diferencial de la dislexia evolutiva, aunque también podemos llevar a cabo otros tipos de evaluaciones:

Evaluación de Screening

Consiste en una evaluación breve tras la que se obtiene  una muestra significativa del nivel lectoescritor del sujeto, cuya finalidad es decidir si llevar a cabo una evaluación más exhaustiva o no, así como plantear la necesidad de intervención.
Para llevar a cabo la Evaluación de Screening utilizamos una prueba de eficiencia lectora, una prueba para evaluar la capacidad de decisión ortográfica con pseudohomófonos y una prueba de lectura de palabras y pseudopalabras para analizar el contraste, (velocidad y errores), entre ambas.

Evaluación dinámica

La evaluación dinámica nos permite valorar el progreso de un sujeto que esté llevando a cabo un programa de intervención específico, con el fin de valorar y controlar su evolución, lo cual, además de darnos datos sobre la eficacia de la intervención, nos guiará para ir adaptando la misma en función de los resultados, por tanto, permitirá modificar la intervención para que esta sea más efectiva, ya que, la heterogeneidad existente dentro de la dislexia, hace necesario adaptar la intervención a las características de aprendizaje de cada individuo.
Para llevar a cabo este proceso de seguimiento utilizamos un registro de los indicadores dinámicos del éxito lector, que se basan en la fluidez lectora, (velocidad, exactitud), los cuales comenzaron a utilizarse en Estados Unidos en 2004, mediante los DIBELS (Dynamic Indicators of Basic Early Literacy Skills) y actualmente  se están implantando en el sistema educativo de la Comunidad Canaria con el nombre de IDEL, (Indicador dinámico del éxito en la lectura).