¿De qué depende la evolución de uno disléxico?

La Capacidad Intelectual: los niños con un CI alto suelen responder mejor a la intervención logopédica y al apoyo escolar, desarrollando rápidamente técnicas compensatorias que les permiten superar con éxito las exigencias educativas.

El perfil de dislexia: debido a que existen diversos tipos de dislexia y que, a su vez, hay gran variabilidad de perfiles entre estos, dependiendo del «tipo de dislexia» que tenga el sujeto o de la «gravedad» de esta, su evolución será diferente. Por tanto las dislexias profundas serán las que causen mayores problemas de aprendizaje.

– El momento de abordar la intervención específica: la intervención temprana es fundamental para paliar la incidencia de la dislexia, por lo que si se trabaja de manera específica desde el comienzo del aprendizaje lector, no aparecerán la mayoría de consecuencias asociadas a este trastorno y, si lo hacen, serán menos graves.

– Es fundamental la aceptación, comprensión y atención de la dislexia desde el sistema educativo, pues, en su mayoría, los problemas que presentan los niños disléxicos están relacionados con las exigencias escolares y con la forma de evaluar los conocimientos, por lo que la formación del profesorado y demás profesionales que intervienen desde el ámbito educativo es fundamental para evitar el fracaso escolar de los niños disléxicos.

– Resulta muy beneficioso la colaboración y el trabajo conjunto de la familia, el colegio y los profesionales externos. Buscando siempre la comprensión del problema y el bienestar emocional del niño/a.

Además, estos síntomas que marcamos como indicadores de riesgo según las edades, pueden perdurar si no hay una buena intervención, si el diagnóstico es tardío o equivocado, si falta continuidad en el trabajo terapéutico o si hay factores externos que afecten al niño/a, por lo que no se corresponderían con la etapa en la que los hemos clasificado.

En algunos disléxicos adultos persisten las dificultades para automatizar las nociones temporales y espaciales, su lectura es más lenta de lo normal, tienen problemas para expresarse por escrito, tanto en la estructuración como en la ortografía y su expresión oral no es muy fluida, aunque todo dependerá de los factores anteriormente mencionados.

Por tanto, hay disléxicos que fracasan en los estudios y hay disléxicos que acaban una carrera universitaria, resultados en los que juega un papel importantísimo la motivación y la atención desde el comienzo del aprendizaje de la lectoescritura.

Insistimos en la necesidad de conocer estos indicadores, de que el sistema educativo incluya y aborde la dislexia como un problema específico y de que el profesorado reciba formación al respecto, ya que no podemos consentir, como se viene haciendo hasta el momento, que sea hacia el 3º trimestre de 2º de primaria cuando comienzan a plantear la valoración de un niño/a cuyas dificultades lectoescritura persisten y las cuales se han achacado a inmadurez, a un trastorno de atención, a desinterés, a falta de esfuerzo o a un retraso lector.

Nos es indiferente que no se pueda confirmar el diagnóstico hasta esas edades, porque cuando trabajas con niños/as disléxicos te das cuenta de que esperar al diagnóstico para actuar, es arrebatarle las posibilidades de tener una infancia y adolescencia feliz, así como avocarlos al fracaso escolar y lo que ello conlleva en el futuro.

Esta opinión está basada, además de en numerosos estudios que defienden la intervención preventiva, en que durante el 1º y 2º ciclo de la EP es cuando los niños/as adquieren y consolidan los aprendizajes instrumentales, (lectura, escritura y cálculo), los cuales le van a servir como herramientas de aprendizaje durante todo el periodo de formación. Si el niño no pasa esta etapa con éxito, tendrá un desarrollo insuficiente y su nivel se desfasará progresivamente respecto al de su grupo de edad, repercutiendo de manera fundamental en su estado emocional y conductual.

Así que, a través del conocimiento y la prevención, evitemos que los niños/as disléxicos se sientan incomprendidos, evitemos un gran número de fracasados escolares y sobre todo evitemos la frustración, el estrés y la baja autoestima que destroza la infancia de los niños y niñas disléxicos.