Generalmente, la psicopedagogía y la neuropsicología serían las áreas profesionales más indicadas para realizar una evaluación y un informe diagnóstico.

A pesar de la proliferación de las técnicas de neuroimagen (principalmente en el ámbito científico), dado su elevado coste y la falta de patrones neuroanatómicos y neurofuncionales comunes, que determinen sí o sí la existencia de la dislexia, de momento no existen pruebas neurológicas, de aplicación ordinaria, para diagnosticar la dislexia.

Por ello, los informes neurológicos suelen ser bastante insustanciales, principalmente de cara a la intervención, siempre que el profesional no esté especializado en la materia: Trastornos específicos del aprendizaje.

La validez de un informe, más allá de establecer si existe o no dislexia, está en ofrecer un análisis detallado del nivel de desarrollo de cada habilidad/aprendizaje, relacionada directa o indirectamente con la lectoescritura: capacidades cognitivas y funciones ejecutivas, desarrollo del lenguaje, desarrollo psicomotriz, habilidades perceptivo visuales, procesamiento auditivo y fonológico, desarrollo emocional y social, contexto, apoyos y hábitos y desarrollo explícito de los diferentes procesos y niveles implicados en el aprendizaje lectoescritor.

 

Una lanza a favor del logopeda.

Aunque en muchos casos es el logopeda quién acaba llevando a cabo la intervención, existen ciertas limitaciones de cara a la evaluación, puesto que estos profesionales no están autorizados para pasar algunas pruebas del ámbito psicopedagógico y psiconeurológico. Sin embargo, curiosamente, en logopedia se estudian todas estas pruebas.

Siendo ortodoxos con lo establecido, dentro de las áreas que se deben valorar, el logopeda puede llevar toda la parte relacionada con el lenguaje, la comunicación, el habla, las aptitudes psicolingüísticas, el desarrollo lectoescritor y los aspectos sensoperceptivos básicos (si se requiere una valoración más específica, esta dependería del audiólogo y del óptico y optometrista).
No obstante, lo más apropiado es que la valoración la realice un equipo multidisciplinar, en el que el cada profesional aplique las pruebas que le competen. Por ejemplo, el logopeda, junto al psicólogo, psicopedagogo o pedagogo, podrían realizar una evaluación bastante completa.

Sin desmerecer a ninguna rama profesional, la intención es concluir que, a pesar de lo establecido, el mejor profesional para valorar y, sobre todo, para tratar la dislexia sería aquel que está relacionado con el aprendizaje y la enseñanza, que tiene experiencia y formación en ese campo, que conoce las peculiaridades del desarrollo cognitivo, lingüístico, motor, emocional y social y, sobre todo, que tiene un conocimiento profundo y holístico de todos los aspectos que tienen relación directa o indirecta con el aprendizaje de la lectoescritura, así como, de los procesos cognitivos implicados en dicho aprendizaje.

Por tanto, este es el principal objetivo del curso basado en el Método Diverlexia, precisar al máximo cada uno de estos aspectos, ofreciendo los conocimientos y herramientas necesarios para comprender qué ocurre en cada sujeto, en qué nivel de desarrollo se encuentra, cuál puede ser el origen de sus déficits y cuáles son las estrategias más adecuadas para potenciar su desarrollo y compensar sus dificultades.

Si buscas especialistas en dislexia, en el siguiente directorio se incluyen profesionales, de diversas ramas, formados con esta metodología.

Especialistas en dislexia

Personalmente comencé estudiando logopedia, aunque inevitablemente me iba decantando hacia la enseñanza y, en particular, hacia las dificultades de aprendizaje.

Como tantos, no había acertado al elegir la carrera, sin embargo, al estudiar magisterio, comprendí que un logopeda adquiere conocimientos precisos sobre los procesos cognitivos implicados en el aprendizaje, la lectura, el desarrollo del lenguaje…, sin los que un maestro pierde un gran potencial de actuación.

Más aún, durante mi especialización en el ámbito de la Neuropsicología, a pesar de ser la única logopeda, mostraba una base de aprendizaje de la que muchos de mis compañeros carecían.

Quizá el problema de la logopedia es que abarca muchos frentes y, siendo un mortal del S.XXI resulta imposible especializarse en todos, por tanto, a nivel personal recomiendo a los/as logopedas que no es necesario saber un poco de todo, lo importante es ser especialista en algo.